viernes, 10 de enero de 2014

Campofrío vs la virtud de saber cuestionarse

¡Volvió el gruñón de turno, yaaaaaaay!

Cuando publiqué el otro día mi entrada sobre el golpe de Estado perpetrado con fría precisión por los mercados, recibí un par de comentarios de mi querido amigo Carlos (@trust_metal en Twitter, que además de ser todo un intelectual, escribe y muy bien, tiene dos novelas en línea, de las cuales una saldrá publicada pronto!).
Me decía dos cosas: que había mucha verborrea al principio ("¡En mi clase NO! ¡PONTE a hacerlo!") y que en España existe una costumbre "culta" (en el sentido en que el intelectual se las da de intelectual, o así lo entendí yo) de criticar la manera de ser española.

Como soy una persona a la que le gusta reflexionar sobre lo que le dicen y formarse una opinión al respecto, he estado pensando y creo que, justamente, en mi modesta y humilde opinión, abunda lo contrario: la costumbre de enaltecernos y de creer que somos la rehostia en bicicleta.

Estoy de acuerdo en que somos el país de la pasión y la alegría de vivir, en eso creo yo que no nos gana nadie.
Y tenemos una cultura riquísima, ya sea literaria, musical, artística, teatral, lingüística, e incluso culinaria (dieta mediterránea tan exportada y demás).
Nuestro idioma es hablado por millones de personas en el mundo.

Pero no nos engañemos: la era de la España ilustre y respetada en donde nunca se ponía el Sol hace siglos que se acabó. Y nosotros nos hemos dormido en los laureles.

Campofrío ha sacado un anuncio este año ensalzando esa forma de ser que nos caracteriza, con sus pros y sus contras, esa forma de ser que no tiene nadie más, que es tan nuestra.
Estos pros y estos contras se han ensalzado como bálsamo para tanta publicidad negativa, para tratar de aliviarnos a nosotros mismos frente al aluvión de críticas que nos llueve, desde fuera como desde dentro.

Comprendo que son tiempos muy difíciles, y a nadie le gusta que lo critiquen, y que le regalen el oído a uno gusta y mucho.
Pero sinceramente así no se solucionan las cosas.

"Así somos, y hay que aceptarlo", dicen muchos.

Estoy de acuerdo. Pero eso es sólo la mitad del proceso en sí.

En el recorrido de la evolución personal, primero hay que aceptarse tal y como uno es, con sus virtudes y sus defectos, y el siguiente paso, una vez que nos hemos aceptado, es tratar de mejorar y de ser mejores personas día a día.

Así funciona y no tiene más misterio.

Está muy bien que reconozcamos que tenemos cualidades y virtudes que nos hacen únicos.

Pero está doblemente bien reconocer nuestros defectos, porque cuando se reconocen se pueden corregir y erradicar.

Los que nos empeñamos en criticar a España y a los españoles no lo hacemos por ánimo de hundir la moral ni porque nos creamos más cultos que el populacho (aunque decididamente nos lo están poniendo cada día más fácil, las cosas como son :P).
Criticamos porque nos importa España. Porque aunque nos avergoncemos profundamente de que nuestros conciudadanos puedan llegar al extremo de ser tan cabezotas, ignorantes, conformistas, rancios y barriobajeros, queremos y deseamos que algún día todos podamos aprender juntos y mejorar, y ser mejores, ser ciudadanos cultos, leídos y dignos de admiración, que saben lo que quieren, que no toleran excesos ni conductas irresponsables por parte de políticos.

Deseo ver a una España que se deje de Messis y Cristianos, de PPs y de PSOEs, de CIUs y de PNVs, de Belenes Estébanes y de Karmeles, de toreros y tonadilleras, de Sálvames y de Intereconomías.
Una España de españoles cultos, patriotas (que no patrioteros, id est, de gente que amen a su pueblo sin necesidad de envolverse en banderas para hacerlo y sin importar casta política) y decididos que luchen por lo que aman, que sean honestos y humildes y con esa alegría de vivir tan nuestra.

Y por ello seguiré sacándoles punta a los españoles como el niño malcriado español/cátaro/semifrancés y ángel caído del cielo que soy, hasta que consiga que al menos alguien se cuestione, ya que es una auténtica virtud, la de cuestionarse.

Ayuda mucho a evolucionar.


Suivez-moi, mais restez secrets: tout est caché sous le signe de la Rose!


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