martes, 14 de enero de 2014

Un solo país, varias realidades

Hoy me uno a todo el revuelo mediático que ha creado la rebelión de Gamonal en Burgos.

Y lo hago compartiendo con vosotros mis reflexiones acerca de lo que está pasando y de la apatía en la que parece verse sumido el pueblo español, la falta de una revolución.

Pasando del rollo de que si España es rancia o no, medica o no, el que os metí no hace mucho, he leído otra teoría interesante.

Ésta acusa el exceso de información al que nos vemos sometidos y alega que, si antaño se creía que saber la verdad era vital para que las cosas cambiaran, ahora hemos pasado al punto opuesto en el que saber la verdad ya no nos hace reaccionar.

En suma: nos da igual.

A esta teoría, que mi cerebro aún sigue analizando entre bastidores, se añade otra visión que no puedo evitar analizar.

Soy una persona a la que le gusta observar y analizar lo que ve.

Y lo que veo son distintas realidades y distintas prioridades para España y los españoles, hasta el punto de ya no tener tan claro cuál es la auténtica situación en España.

Yo vivo en Andorra, y desde ahí observo cómo evoluciona España.

Contrariamente a lo que os trataron de vender en "Callejeros", Andorra no es el país del lujo y la fiesta.
Es un país suspendido en el tiempo que por desgracia se inspira de España para su evolución.

En suma, Andorra es a Barcelona lo que fueron los países satélite a la URSS.

Y como en Andorra dependemos del turismo para vivir, vemos a los turistas que nos visitan.

Y estas vacaciones de Navidad he visto muchos, muchos, muchos muchos españoles. Llegaron a Andorra para la Purísima y casi que se quedaron hasta Reyes. Era increíble la cantidad de españoles que llegaron a comprar de todo, y de toda España: Valencia, Extremadura, Aragón, Cataluña...

Y claro, uno no puede evitar recordar esa otra realidad de familias desahuciadas viviendo de la caridad.

Y uno se termina preguntando qué realidad prima realmente en España. ¿De qué hay más? ¿Cuál de los dos impone su criterio por encima del otro?

Luego está el que unos hablan de recuperación económica. Sí, claro, en la bolsa, en el mundo de los inversores que nos han rebajado a la categoría de país de esclavos/mano de obra desesperada y barata, similar a China. ¡Curiosamente, los capitalistas neoliberales nos han convertido en un país similar a un país comunista, según dicen! ¡Ironías de la vida!

Otros, en cambio, no la ven por ningún sitio, a esa recuperación económica, esa luz al final del túnel. El pueblo llano, sacrificado en el altar de la bolsa para aplacar la ira de los dioses inversores.
Y entonces volvemos a mi reflexión sobre Andorra y la abundancia de turistas españoles.

¿Qué factor tiene la culpa de la apatía española?

¿El exceso de información?
¿La cultura en sí?
¿O quizás es porque aún no hay suficientes personas en situación de desesperación y que, mientras abunden aquellos que "se las pueden apañar" para venir a Andorra a comprar, no cambiarán las cosas porque no nos atañen directamente?

Como veis, un solo país, pero distintas realidades.

Un rompecabezas que hay que resolver y pronto.



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viernes, 10 de enero de 2014

Campofrío vs la virtud de saber cuestionarse

¡Volvió el gruñón de turno, yaaaaaaay!

Cuando publiqué el otro día mi entrada sobre el golpe de Estado perpetrado con fría precisión por los mercados, recibí un par de comentarios de mi querido amigo Carlos (@trust_metal en Twitter, que además de ser todo un intelectual, escribe y muy bien, tiene dos novelas en línea, de las cuales una saldrá publicada pronto!).
Me decía dos cosas: que había mucha verborrea al principio ("¡En mi clase NO! ¡PONTE a hacerlo!") y que en España existe una costumbre "culta" (en el sentido en que el intelectual se las da de intelectual, o así lo entendí yo) de criticar la manera de ser española.

Como soy una persona a la que le gusta reflexionar sobre lo que le dicen y formarse una opinión al respecto, he estado pensando y creo que, justamente, en mi modesta y humilde opinión, abunda lo contrario: la costumbre de enaltecernos y de creer que somos la rehostia en bicicleta.

Estoy de acuerdo en que somos el país de la pasión y la alegría de vivir, en eso creo yo que no nos gana nadie.
Y tenemos una cultura riquísima, ya sea literaria, musical, artística, teatral, lingüística, e incluso culinaria (dieta mediterránea tan exportada y demás).
Nuestro idioma es hablado por millones de personas en el mundo.

Pero no nos engañemos: la era de la España ilustre y respetada en donde nunca se ponía el Sol hace siglos que se acabó. Y nosotros nos hemos dormido en los laureles.

Campofrío ha sacado un anuncio este año ensalzando esa forma de ser que nos caracteriza, con sus pros y sus contras, esa forma de ser que no tiene nadie más, que es tan nuestra.
Estos pros y estos contras se han ensalzado como bálsamo para tanta publicidad negativa, para tratar de aliviarnos a nosotros mismos frente al aluvión de críticas que nos llueve, desde fuera como desde dentro.

Comprendo que son tiempos muy difíciles, y a nadie le gusta que lo critiquen, y que le regalen el oído a uno gusta y mucho.
Pero sinceramente así no se solucionan las cosas.

"Así somos, y hay que aceptarlo", dicen muchos.

Estoy de acuerdo. Pero eso es sólo la mitad del proceso en sí.

En el recorrido de la evolución personal, primero hay que aceptarse tal y como uno es, con sus virtudes y sus defectos, y el siguiente paso, una vez que nos hemos aceptado, es tratar de mejorar y de ser mejores personas día a día.

Así funciona y no tiene más misterio.

Está muy bien que reconozcamos que tenemos cualidades y virtudes que nos hacen únicos.

Pero está doblemente bien reconocer nuestros defectos, porque cuando se reconocen se pueden corregir y erradicar.

Los que nos empeñamos en criticar a España y a los españoles no lo hacemos por ánimo de hundir la moral ni porque nos creamos más cultos que el populacho (aunque decididamente nos lo están poniendo cada día más fácil, las cosas como son :P).
Criticamos porque nos importa España. Porque aunque nos avergoncemos profundamente de que nuestros conciudadanos puedan llegar al extremo de ser tan cabezotas, ignorantes, conformistas, rancios y barriobajeros, queremos y deseamos que algún día todos podamos aprender juntos y mejorar, y ser mejores, ser ciudadanos cultos, leídos y dignos de admiración, que saben lo que quieren, que no toleran excesos ni conductas irresponsables por parte de políticos.

Deseo ver a una España que se deje de Messis y Cristianos, de PPs y de PSOEs, de CIUs y de PNVs, de Belenes Estébanes y de Karmeles, de toreros y tonadilleras, de Sálvames y de Intereconomías.
Una España de españoles cultos, patriotas (que no patrioteros, id est, de gente que amen a su pueblo sin necesidad de envolverse en banderas para hacerlo y sin importar casta política) y decididos que luchen por lo que aman, que sean honestos y humildes y con esa alegría de vivir tan nuestra.

Y por ello seguiré sacándoles punta a los españoles como el niño malcriado español/cátaro/semifrancés y ángel caído del cielo que soy, hasta que consiga que al menos alguien se cuestione, ya que es una auténtica virtud, la de cuestionarse.

Ayuda mucho a evolucionar.


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miércoles, 8 de enero de 2014

Me quito el sombrero

De verdad que la maniobra de las autoridades financieras y de los mercados rezuma una cruel elegancia y una precisión diabólica de tan minuciosa.

Ha sido una maniobra tan, tan impecable que da pavor, uno se siente un ignorante David frente a un enorme Goliath.

Es el triunfo del miedo común al cambio, el miedo al progreso, el miedo a lo desconocido.
Un miedo que nos han infundido, como un cuento de hadas que nos hemos creído a pies juntillas.
Acurrucados en ese miedo hemos tolerado mucho, demasiado y por demasiado tiempo.
Tanto que puede hacerse imposible dar marcha atrás... o por lo menos muy improbable.

"Poderoso Don Dinero", que "no tiene amigos", que "no tiene alma" y que "da la felicidad" aunque muchos hedonistas de armario se empeñen en negarlo.

En nombre de este nuevo y a la vez tan antiguo Dios, muchos se han sacrificado voluntariamente en el altar, perdido dignidad, derechos, respeto y vergüenza (si es que alguna vez de eso tuvieron), mientras que otros indignos esclavos, miserables y desvergonzados, han sacrificado a otros en pro de dos sencillos objetivos: el dinero y el poder.

Y a fe que lo lograron.

Gobernaban antes, pero la crisis económica los ha asentado con más firmeza en sus tronos si cabe.

En nombre de la crisis, que se ha jugado única y exclusivamente en los mercados, se ha destruido todo avance logrado en los últimos siglos.

Y digo bien "única y exclusivamente en los mercados".
Si no, que alguien me explique por qué sólo las pérdidas y no las ganancias se han traducido en cambios en nuestra economía, demasiado a menudo para peor.
Porque, si eso no es por elección de los propios mercados para que el populacho pague la crisis que ellos mismos crearon, me traiciona mi razón.

Cómplices de un siniestro y maquiavélico complot, políticos y banqueros han tejido una compleja tela de araña de mentiras vestidas con la dignidad glorificante de la diplomacia política en la esfera internacional para llevar a cabo el más eficaz, silencioso y por ende elegante golpe de Estado frente a nuestros propios ojos.

Y nosotros, el populacho, la plebe de siglos ha, nos hemos convertido en cómplices de dicho golpe mediante nuestro silencio.

En nombre del conformismo, del miedo a algo peor, del miedo a progresar, del miedo a la cárcel, a la tortura, a la muerte - en suma, a la lucha - hemos tolerado y avalado dicho golpe de Estado de forma legal, haciendo imposible acabar con esta trampa por vía legal.

Y los pobres intelectuales que aún tienen voz para hablar o dedos para teclear se rompen los cascos tratando de hallar una forma amparada por la ley de acabar con esto... salvo que no la hay.

La propia ley ha sido diseñada para tal fin, el propio sistema ha sido diseñado para tal fin.

Y su arma más terrible... somos nosotros, el populacho.
El mismo populacho, bruto e ignorante, con casco y porra, que libera su sadismo reprimido aporreando a los de su misma calaña, ajeno a todo debate, como un perro amaestrado para lamerle la pata a su amo y gruñirle al desconocido.
El mismo populacho barriobajero y mentecato que tachará de "radicales", "comunistas", "antisistema", "maleducados", "Rojos" y demás epítetos de mismo colorido a los que forcejean en vano por salir de este círculo vicioso y que los abandonará para cambiar al canal ese de televisión en el que varias barriobajeras se tratan de lumis y se insultan.
El mismo populacho patriotero y ultracatólico que se dará golpes de pecho en misa y se envolverá en su bandera, listo para responder dócilmente a las provocaciones de los medios de comunicación y politicuchos de segunda y provocar aún más tensión entre Comunidades Autónomas mientras su Patria, su verdadera Patria, que somos nosotros, las personas, y no el territorio, se ve mutilada y día a día asesinada, envenenada por tanta apatía.
El mismo populacho de bar y tapas, de alcohol y fiestas, de "furbo" y peñas que acudirá al estadio a ver corretear a cuatro mamarrachos extranjeros y darle patadas a un balón, viéndolo con tanto fervor como si se tratara de la ceremonia de entrega de los Premios Nobel mientras subvenciona a cuatro magnates que le roban descaradamente el dinero.

En suma: somos nuestro propio enemigo.

En otro país del mundo cabría la esperanza de salir del círculo vicioso.

Pero no en España, en esa España rancia, medieval, ignorante, ultracatólica, barriobajera y conservadora que con tanto ahínco nos hemos esforzado en salvaguardar... por los siglos de los siglos, valga la ironía.

Por ello, por la magnitud del engaño, la perfección de la maquinaria, y su infalibilidad... me quito el sombrero.

Chapeau!

Chapeau, porque ha sido una maniobra de una exquisitez asombradora!



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